El término “domótica” viene de las palabras “domus” (casa en latín) y “autónomo” (del griego, “que se gobierna a sí mismo”). Esa tecnología ha ido avanzando notablemente con el transcurso del tiempo y, en la actualidad, se presenta incorporada a la red de energía eléctrica, combinándose también con las redes con las que tiene vínculos (la telefonía, las tecnologías de la información o la televisión).
Domótica: la supervisión de todos los elementos que integran una edificación
Adaptada para ejercer el control y sistematización dentro de una vivienda, la tecnología domótica constituye el dominio y la supervisión de todos los elementos que integran una edificación. Esa tecnología permite establecer una comunicación bidireccional entre el usuario y el sistema y una gestión eficiente de la energía, también aportando seguridad y confort. Gracias a la domótica, por ejemplo, podemos disfrutar de sistemas que permiten regular el grado de intensidad de la luz, de persianas que suben y bajan con un botón o de termostatos inteligentes. Aunque la búsqueda de hogares automatizados lleve ya unos años siendo un objetivo de los fabricantes tecnológicos, la llegada de los smartphones ha dado un significativo salto cualitativo. De hecho, el teléfono inteligente le permite al usuario comunicarse con sistemas de objetos conectados gracias a internet: es el concepto de la internet de las cosas (en inglés, “internet of things”), una interconexión digital de objetos cotidianos con internet. Este sistema permite la recolección de información a través de unos sensores que permiten el diseño de viviendas más multifuncionales y flexibles. La domótica ya lleva bastante tiempo entre nosotros: de hecho, ya está incluida en muchas viviendas a través de sistemas que se integran durante la construcción o reforma de las casas, así como otros instrumentos que permiten automatizar a pequeña escala.
Domótica: gestión energética y seguridad inteligente
Las aplicaciones de la domótica son amplias y se pueden separar en las tres principales ramas “consumidores”, “empresarial” e “infraestructura”. Algunos ejemplos: gestión energética, es decir la administración de las energías en una casa, un bloque de pisos u oficinas. De hecho, gracias a dispositivos como termostatos inteligentes, se pueden controlar las temperaturas y el consumo energético de los dispositivos. La casa lleva así un control del consumo de energía, con el objetivo de reducir el gasto (ejemplo: cuando la calefacción está encendida, aviso de ventanas o puertas abiertas). Además, con la programación, se puede encender o apagar la caldera mediante wi-fi o smartphone. Otra aplicación es la relacionada con la seguridad inteligente, es decir la supervisión del hogar (cerraduras inteligentes, alarmas o porteros automáticos, cámaras de vigilancia remotas). En otros términos, gracias a la domótica, es posible tomar el control de las informaciones sobre la seguridad, tener pleno conocimiento del estado de los sensores, de las puertas y de las ventanas y proteger el hogar. Además, otro servicio aportado es el sistema de comunicación: constituye una de las características más destacables de la domótica ya que es la encargada de controlar los sistemas a distancia y comunicar el estado de los dispositivos. Es de tipo bidireccional (entre una vivienda y sus usuarios, y viceversa). Mediante los elementos domóticos o por mensajes, llamadas telefónicas o correos electrónicos, la vivienda puede comunicarse para informar o avisar de lo sucedido. A su vez, los usuarios pueden controlar la vivienda desde dentro de esa y también de forma remota: eso a través de internet (smartphones, tablets, aplicaciones) o mediante botoneras, pulsadores convencionales y pantallas táctiles.