Para la administración de ingresos públicos la evasión de impuestos no es una suposición es un objetivo, por eso en la mayoría de los casos, la situación de verificación se convierte en una persecución, ya la palabra control, es de amplio cuestionamiento, la AFIP direcciona sus acciones a todo movimiento económico, aún cuando se encuentre en crisis, sin importar qué se lleva en el camino.
Es así que habiendo un modelo de inversión inmobiliaria protegida, como es el Fideicomiso, las acciones de fiscalización se realizan sobre sus componentes inversores.
A veces, no se sabe si esta administración orienta sus esfuerzos al desaliento del principal activo de cualquier país: la confianza en sus ciudadanos.
Todos entienden que la actividad comercial, de cualquier tenor, implica una gravamen de impuestos, sin embargo, en vez de atacar las razones de la evasión la AFIP ejerce una persecución policíaca, sin que prime la sensatez de generar malestar en el inversor, tanto local como extranjero, anuncia sus propuestas, dejando en claro la amenaza, más que el anuncio de literalmente fiscalizar a los encargados de administrar los capitales e inversores de modelos de inversión a los que no tienen acceso.
Si no puedes tocar el tesoro, puedes matar al dragón que lo cuida.
Bajo estos intimidantes anuncios, la construcción de edificios ya iniciados encuentran dificultades en continuar, así como los que se suponen que comenzarían, de este modo, la expectativa de inversión o vivienda, sufren una depreciación, ahora provocada por la simple amenaza, más que por el ya polémica dólar preso.
Recordamos que el fideicomiso es una forma de inversión en donde hay un aporte de dinero por parte de un grupo, que es administrado por un fiduciario; el objeto de inversión puede ser cualquier bien, mueble o inmueble, pero es que convoca al organismo de recaudación es el inmobiliario, que ya todos saben en la grave situación en que se encuentra, afectando más a los clientes, que encuentran imposible adquirir viviendas.
En otras palabras, la inoportuna cacería no sólo afecta a un sector que desde hace años viene en continua baja, que ha provocado un importante desempleo por la cantidad de empresas que se achicaron o cerraron sus puestas, sino que ahora hay amenazas para los que se atrevan a emprender la administración o participación de un modelo que es líder en los países más importante como salida para las crisis inmobiliarias.
El principal objetivo, indican las declaraciones de ese organismo, son las adjudicaciones de propiedades y los administradores, así como los aportantes primarios con los que inician los proyectos.
Es claro que en un sector en el que su principal producto: los inmuebles, se encuentran cercados por todo tipo de trabas y dificultades, reacciona con las características propias de un mercado capitalista, el valor de origen y el valor de mercado es diferente y amplio.
Bajo amenaza y acoso se pretende torcer el modelo capitalista que tiene sus propias reglas, cuantas más dificultades se imponga a la adquisición, mayor será la brecha y ningún impuesto, históricamente, torcerá las consecuencias que ello implica.
Por eso, no se entiende un gobierno que no apoya el principal producto que incide en el indec: el índice de la construcción, que con medidas como esta no sólo crece incontrolable, sino que no que ata las manos del sector para generar confianza.