Desde varios medios venimos observación que hay una gran preocupación, pensando en el edificio del futuro, en la ciudad del futuro, por la sostenibilidad, es decir, que aquello que se crea provea además el modo de mantenerlo, que la obra no consuma más que lo que pueda producir, en otras palabras una cuestión que toda economía de negocios conoce perfectamente.
Sin embargo el enfoque está limitado a la energía, porque hace poco nos dimos cuenta que no sólo la energía elemental, la que proviene del petróleo, no es infinita, sino que además se está acabando, y lo que es peor, se la usa para someternos.
El mundo está hace rato buscando alternativas, sin embargo, no sólo la energía es en lo que hay que estar pensando en la urbanización del futuro, sino en sus desperdicios.
Actualmente, la contaminación está creciendo debido a la basura tecnológica, cada uno de nosotros, yo mismo, que escribo en esta computadora soy poco consiente de qué pasará mañana con este equipo cuando decida cambiarlo por uno nuevo.
Para la mayoría, o lo regalamos o revendemos y esa será nuestra última relación con el equipo, que comenzará una vida invisible en la que posiblemente termine contaminando en algún lugar, arrumbada.
En la ciudad del futuro, este comportamiento no debería ocurrir, los espacios de almacenamiento de basura, son cada vez más cercanos a las ciudades, ya sea porque se construye cerca o porque la basura crece.
Usarla de relleno para terrenos nuevos, no es viable, no tenemos conducta como para separar la basura que puede volverse tóxica por lo tanto es peligroso utilizarla.
En la agenda de la ciudad del futuro, es obligatorio alguna acción con la basura, ya sea para reducirla, para volverla neutra, para reutilizarla.
En la ciudad de Bath, en Inglaterra, han tenido la iniciativa de invertir en contenedores que a su vez compacta la basura, alimentado a energía solar, proponiendo el ahorro de espacio como modo de reducir los gigantescos volúmenes de basura.
Se distribuyeron por toda la ciudad, y dicen que el costo de cada contenedor ayudará a ahorrar en las operaciones de control de la basura una suma lo suficientemente importante como para intentar imponer el método en todo el país.
Aunque aún está en etapa de prueba, el único problema pienso, es que mientras los arquitectos urbanistas van en la dirección de clarificar las ciudades evitando la polución visual, el contenedor no es muy vistoso y ocupa bastante espacio a su vez que intenta ahorrarlo.
Será cuestión de pensar entonces cómo convertirlo además en un objeto artístico, es hora, quizás de crear un concurso que premie al que encuentre la mejor idea para aprovechar el objeto de un modo artístico.