El concepto se puede expresar en forma simple, no así su ejecución. Los principios esenciales de esta orientación del diseño, acorde a los tiempos, tiene que ver con la energía renovable, por un lado y la utilización de materiales ecológicamente responsables.
La responsabilidad comienza con la concientización de arquitectos y constructores respecto a las condiciones climáticas del mundo, al consumo de energía, que no sólo es deseable para el proceso final, la vivienda, sino durante su construcción.
Por dar un ejemplo, es el problema que sufren las minas de metales, que para extraerlo generan daño en el ambiente, aunque luego el producto de la extracción sea útil.
En la construcción se da el mismo fenómeno, los recursos a lo largo de la creación, se deben disponer de manera que minimizar los desperdicios y de tener en cuenta materiales que no dañen la naturaleza, que es otro modo de neutralizar la agresividad que el cambio climático aplica sobre el planeta.
Los daños al ambiente es como el humo del que fuma, no se circunscribe a un área, alrededor del fumador, sino que obliga a los de su alrededor y un poco más allá también a sufrir las consecuencias del hábito.
En la historia de la construcción bioclimática, hay experiencias interesantes, casas preparadas para aprovechar la luz del sol y evitar la extensión del uso de electricidad, materiales para resistir frío o calor y ahorrar en calefacción, adaptaciones diversas al terreno y orientación, e incluso, aportes bioenergéticos como los techos verdes que contribuyen al saneamiento del propio edificio.
Aún así y a pesar de las experiencias e intenciones mundiales para proteger el planeta de los excesos, no hay una conducta en la arquitectura o desarrollo de elementos de la construcción que implique una obligación.
Las urgencias, los costos, conspiran en contra, sobre todo en las ciudades, donde el nivel de calor, ruido y polución en vez de disminuir aumentan.
Los gobiernos, con sus políticas flexibles o atención a otros problemas no cuentan con elementos para exigir que las nuevas construcciones respondan a características bioclimáticas.
En algunos países se reutilizan desechos de animales para construir pisos que provean de radiación térmica, lo que ahorra energía para calefacción.
En otros casos, países fríos que contemplan el aislamiento térmico y así, diferentes soluciones probadas, estructuralmente viables, son probadas en el mundo entero, sin embargo aún no es exigencia de los gobiernos la arquitectura bioclimática.
Los científicos alertan sobre unas pocas características mínimas que ahorrarían recursos y que son económicamente viables; aunque los puntos clave no son siempre viables, al menos uno de ellos debería ser impuesto.
El mayor problema de la vivienda, que más daño causa al medio ambiente es el acondicionamiento de la temperatura, por lo que tenerlo en cuenta a la hora del diseño arquitectónico debería ser una prioridad.
El planeta muere lentamente y el descuido es nuestros.
La adaptación de las viviendas a la temperatura, se basa en unas cuantas premisas, al menos una de ellas debería ser obligatorio para las contrucciones.
En primer lugar la orientación solar; la estructura de las ciudades, construcciones en manzana hacen difícil controlar este aspecto, sin embargo, cuando no se puede, al menos tener en cuenta un diseño arquitectónico que tenga en cuenta el favor del viento, como por ejemplo la ventilación cruzada.
Otro aspecto que se ha desarrollado durante los últimos años es la creación de nuevos materiales, que aportan al problema soluciones no tan caras.
En la actual realidad del planeta se impone una arquitectura responsable que intervenga activamente en los cuidados de los procesos energéticos no sólo del producto final la vivienda sino también durante su desarrollo.